viernes, 26 de agosto de 2016

Amarillo y azul



Todos los niños colombianos, todos sin distinción alguna,  incorporan a su vocabulario una palabra que está íntimamente ligada y deriva directamente de la palabra guerra, una de las palabras mas obscenas,  horribles y violentas  que el intelecto humano ha construído y padecido.

Yo tenía alrededor de 5 años, cuando en una parda de autobús me encontré varios papeles con un logotipo de colores azul, blanco y rojo. los panfletos, me acuerdo bien estaban debajo de  una piedra y tenían una letra y dos números en la franja blanca de la mitad. Se los mostré a mi mamá, ella se asustó y me dijo que dejara eso ahí y nos fueramos corriendo, que ¨eso era de la guerrilla¨.

Con toda certeza había esuchado esa palabra antes, pero esa fué la primera vez que tenía una relación directa con ella. La palabreja esuchada seguramente en la TV o en conversaciones de adultos,  dejaba ese mundo abstracto y ajeno,  y pasaba al mundo de lo tangible  como un sinónimo de peligro, miedo y por supuesto de guerra. Yo fuí muy privilegiado porque no me tocó aprender este significado de una manera trágica. A muchos no les pasó lo mismo.

Por esa misma época, vendrían imágenes de tanques de guerra tumbando la puerta de un edificio muy grande, aprender que desaparecido no era un acto de magia  (único significado que yo le atribuía), y otros conceptos que si miro con perspectiva, sigo sin entender, solo sé que nadie quiere entenderlos y que su compensión  implica un dolor y una tragedia de esas que uno nunca se recupera. Una pérdida de inocencia, nivel adulto.

Ese asalto a la inocencia, se han convertido en algo natural en el proceso de aprendizaje de todo niño colombiano, un ciclo perpetuado por  mas de 5 generaciones. Fué necesario buscar a una mujer centenaria para que nos contara al 90% de la población del país,  como era Colombia antes de que esos término malditos se acuñaran.

Con los anuncios de esta semana,  existe la posibilidad de que esto cambie, se empezaron  a diseñar los mecanismos para que se inicie un intercambio de ideas en vez de balas, y un comienzo  para que la inocencia no sea un lujo o una desventaja, sino un derecho

Sueño con un país donde el profesor pregunte si algun niño sabe que significa  la palabra guerrilla, secuestro, paramilitar o secuestrado, y que  ningún niño alce la mano, sueño con un país donde no sea eso lo que se tenga que enseñar a los niños. De esa tragedia color rojo sangre ya hemos tenido demasiado, Por eso,  si me preguntan, yo voto que si, si y si.

 La obra  es de Ana Mercedes Hoyos, se llama ¨La Procesión en la Feria de San Basilio¨. Las chicas miran a las mas grandes, como mirando su futuro, en amarillo y azul. Hoy no hay lugar para el rojo.







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